
He dejado esa entrada optimista que tenía en mi cabeza para pasar a una, por así decirlo, de cabreo, porque es lo que me sale ahora mismo, lo que me apetece escribir, así que como pienso que precisamente esto debe consistir en soltar justo lo que piensas en el momento, lo que te sale, lo que fluya naturalmente, pues a ello voy.
Y es que me hallo indignada por la incapacidad de la gente para comprometerse. Y aunque el tema ha llegado a mí a nivel personal, me indigna también esa indiferencia a nivel general. No entiendo esa manía de comprometerse de palabra pero, a la hora de la verdad, echarse atrás. Puedes hacer con tus decisiones lo que te apetezca, pero siempre que no afecten a los demás y, en este caso, ocurre.
Y muchas veces así nos va. No sé de que nos quejamos, ¿cómo vamos a conseguir algo así? Si cuando de verdad hay que actuar el conjunto se divide y cada uno va en pos de sus propios intereses, yéndose de rositas, cuando en realidad se es el culpable de dejar al resto en la estocada. Y muchas veces con excusas, como si pudiéramos engañar a alguien, o a nosotros mismos, con ellas.
Así que a ver si aprendemos a mirar por los demás, a no dar nuestra palabra porque sí, a valorar el trabajo que hacen por nosotros antes de dejarlos tirados. No sé al resto, pero a mí no me gustaría que me lo hicieran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario