1/4/12

Confusión.

Doy al play y dejo que la música llegue a mis oídos e inunde mi cabeza. Dejo que se funda con mis pensamientos, como si de esta manera consiguiera ponerlos en orden. Pero, ¿a quién pretendo engañar? Aquí no hay quien ponga orden, porque es imposible ordenar algo tan dispar. No se pueden agrupar tantas cosas tan contradictorias.
A veces pienso que quizás sí, pero justo después la esperanza se esfuma y pienso que no. Que solo son imaginaciones mías. Que me gustaría que fuese cierto y por ello me lo imagino. Me convezco a mí misma de que debo ser realista...pero al rato vuelvo a caer, vuelvo a pensar que quizás sí, que quizás si que exista la posibilidad.
Y mientras tanto aquí sigo, como una idiota, esperando que oigas mis pensamientos...Pero eso es imposible, solo puedo oírlos yo, y sé que de mi boca no van a salir.
¿Que quien no arriesga no gana? Sí, puede ser, pero soy demasiado cobarde para arriesgar. Quien no arriesga no gana, pero tampoco pierde...o eso creo. Así que me toca conformarme con que mis miradas griten lo que mi garganta no se atreve.
El problema es que no sé si será suficiente...

24/1/12

¿Es normal?

Un día, de repente, te das cuenta de que algo ya no es igual. De pronto eres consciente de que algo ha cambiado. Porque no es normal que cada vez que te hable se te acelere súbitamente el corazón y se te dibuje una sonrisa estúpida en la cara, ni que cada cosa que te pase o que veas te recuerde a él. Tampoco debería ser normal mirar por el rabillo del ojo solo para comprobar si se gira hacia ti. Supongo que también debería ser raro buscar cualquier escusa, por idiota que sea, para empezar hablar, y que después las horas se pasen como minutos hablando de todo y de nada. Y claro, en una situación normal no intentarías cruzarte en su camino casualmente casi instintivamente.
Así que no, no tiene pinta de ser normal. Puede...que sea MEJOR.

6/1/12

El mejor ragalo de Navidad.

Día 6 de enero, Día de Reyes. Supongo que siempre es bonito recordar como lo vivías de niño. Como te pasabas la noche nervioso, despertándote a cada hora, esperando el momento de levantarte para correr hacia el árbol y descubrir lo que los Reyes Magos había dejado para ti. Como la ilusión se reflejaba en tus ojos mientras rasgabas el papel e ibas viendo aquellas cosas que habías escrito en tu carta con la esperanza de que apareciesen esa mañana.
Es una pena que poco a poco esa ilusión se vaya perdiendo. Sin embargo, a medida que crecemos pedimos cosas que solo los verdaderos reyes podrían traernos. Ya no queremos una muñeca o un coche de juguete. Ni siquiera un vestido o unos zapatos. En nuestro fuero interno tenemos la ilusión o la esperanza de que aquello que nos parece tan imposible se cumpla. Los clásicos: salud, amor...o incluso otros deseos por el estilo.
Y es que después de todo, los mejores regalos no son cosas materiales. Los verdaderos regalos no hace falta escribirlos en una carta, ni pueden comprarse con dinero. Así que espero en los zapatos de todo el mundo haya habido, sobre todo, mucha ILUSIÓN.